
Ciencias Sociales
EDUCACIÓN PARA BIEN VIVIR NO PARA MAL COMPETIR
Desde hace rato ya nos vienen bombardeando con el concepto de la calidad de la educación, sin embargo, según se ve, lo que menos le importa al gobierno nacional es la calidad de la educación; al contrario, parece ser que la política educativa del gobierno es la mala educación en lugar de la buena, esto es, de la genuina educación de calidad, esta situación se evidencia en los recortes presupuestales que realiza en el sistema educativo, expresados en precarización de los salarios docentes, hacinamiento en las aulas y la injusta zancadilla para impedir el justo ascenso y reubicación salarial de los educadores que están bajo el estatuto docente 1278 de 2002, sometiéndolos a una evaluación tramposa.
Resulta que, gracias a la demagogia, las malas intenciones y los más infames objetivos se atavían con las más hermosas palabras, quedando como muy lindo algo que, en sí mismo, es muy sucio y muy ruin; este cuento bonito se hace prevalecer a través de la gran corporación mediática al servicio del capital, la cual tiene como fin, construir opinión pública, esto es, continuar engañando a los ya engañados.
Y es que, en un sistema neoliberal, reinan, irremediablemente, las mentiras; en un sistema así, reinan la rapiña, el poder y la concentración de riquezas expresadas en nefastas políticas impuestas a los pueblos como arrasamiento de derechos, privatización de los servicios de salud y educación, abandono de las políticas sociales, entrega total de las economías al zarpazo del mercado con los tratados de libre comercio, privatización de todo tipo de empresas públicas y entrega de los recursos minerales, energéticos, agrícolas e hídricos a las multinacionales; en un sistema neoliberal los derechos se transforman en mercancías y, de esta manera, no puede haber calidad.
Poco habla La Ley 115 de 1994 sobre la calidad educativa, en uno de los pocos artículos que la nombra, el 80 que está referido a la “Evaluación de la educación” plantea que “El sistema diseñará y aplicará criterios y procedimientos para evaluar la calidad de la enseñanza que se imparte”, empero fundamentalmente los procedimientos que ha usado consisten en las evaluaciones externas, asumiendo los resultados de éstas como indicadores de los índices sintéticos de calidad y resulta que, en verdad, un estudio comparativo de estas evaluaciones externas no da cuenta de ninguna calidad; una prueba anual de tres o cuatro horas no puede dar cuenta del laborioso proceso diario que se lleva a cabo en las aulas; muchas veces en estas pruebas externas se miden resultados por preguntas tontas cuyas respuestas pueden leerse literalmente en un gráfico.
verdaderamente para medir la calidad, sin incurrir en discursos falsos, habría que diseñar un instrumento que permitiese una juiciosa y expansiva observación de las clases, atenidos a unos criterios profundos y objetivos que permitiesen, de algún modo, aprehender insondables humanos como estados anímicos, estados sicológicos, emocionales, afectivos en las personas de los estudiantes y del docente; habría que realizar encuestas serias y claras con padres de familia y estudiantes sobre el desempeño del maestro, además de entrevistas. Sólo con estos criterios científicos, fruto de la investigación, esto es, la observación rigurosa durante muchos días, encuestas y entrevistas concienzudas y serias, sería posible establecer, con mayor objetividad, los niveles de la calidad educativa. Visto así, lo que tenemos actualmente en Colombia no es más que una gran falacia, la cual termina envolatando a muchos despistados; aparentemente una Institución Educativa que está en 7,3 en este “Índice sintético de calidad educativa” se encuentra mucho mejor que otra que está en 4,1 empero podría suceder que ésta última tiene docentes más comprometidos, más afectivos, más científicos, con un mayor despliegue pedagógico y didáctico en el desempeño de su labor educativa, de tal modo que siguiendo estas falacias, podría suceder que las Instituciones Educativas que están bien, se vienen abajo y las que están mal, continúan en las mismas.
Como dice el senador Jorge Robledo: “La educación en Colombia debe ser universal, pública, gratuita y financiada por el Estado; sólo de esta manera puede ser de alta calidad”. El mismo Estado debe estar capacitando continuamente a sus docentes, para que éstos se cualifiquen en sus desempeños y realicen su labor educativa con mucho compromiso, conciencia y afectividad hacia sus estudiantes.
De otro lado sería bueno, evitar los concursos, en el ámbito educativo; que compitan los deportistas, que compitan las empresas productoras de bienes, pero a los jóvenes, en lugar de competir, se les debe enseñar a convivir en armonía, en hermandad, en solidaridad, en amor, en justicia, en libertad con sus semejantes; es absurdo que compitan los estudiantes, entre sí, para ver cuál es mejor, es absurdo que compitan entre sí las instituciones educativas, los municipios, los departamentos, las naciones. Repito que compitan los deportistas, pero, desde el ámbito educativo, los seres humanos deben aprender a vivir bien y a ser felices, actuando virtuosamente; el conocimiento que adquieren los jóvenes debe hacerlos competentes para vivir bien sus vidas, siendo felices y haciendo felices a todos aquellos que los rodean, actuando siempre, como ya lo dije, con ética y con conciencia.
Fabián Ocampo
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