COMO HA CAMBIADO LA AUTORIDAD EN LOS ÚLTIMOS CINCUENTA AÑOS

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Artículo de opinión. Por: Mónica Marcela Barrientos Luján.

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Este texto pretende ser un abrebocas al tema de la autoridad que ejerce el adulto sobre el niño en la actualidad. En los últimos cincuenta años, la consolidación de la supremacía de los derechos del infante sobre los derechos de los adultos; las condiciones sociales y económicas de Colombia; y, la ratificación de la filosofía que sostiene el neoliberalismo como plataforma que inhabilita la construcción de comunidades solidarias y propicia el individualismo ha dado lugar a un escenario donde el adulto elude la responsabilidad de ser agente de la Ley.

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Es condición natural de la Ley causar malestar. Entendiendo Ley en los términos que lo plantea Carlos Mario González, como el orden que permite hacer de una vida una existencia. En consonancia con esto, Jung afirma que el proceso de civilización del ser humano para ser insertado en una sociedad está acompañado de una rebeldía por parte de la naturaleza animal ansiosa de libertad. En la actualidad sucede lo que González llama “la culpa neoliberal de los padres” y consiste en que éstos al no poder pasar tiempo de calidad con sus hijos buscan compensarlo evitando confrontar a sus hijos con el “NO”, es decir, siendo proveedores de los deseos de sus hijos.

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Es así que se relaciona el amor con eximir al otro de la dificultad y el sufrimiento. De esta forma, los niños crecen siendo conscientes de sus derechos más no de sus deberes. Un ser humano que se considere sujeto de derecho y no sujeto de deber no podrá aportar constructivamente en una sociedad: será un sol que orbita sobre su propio eje: un TODO; además, exigirá y reclamará de los otros que orbiten alrededor de sus deseos. Esta postura devalúa al padre y desautoriza al maestro como agente de la Ley. No es posible que la figura de autoridad busque ser un amigo para quien forma, asunto que resulta problemático en los términos que plantea Aristóteles la amistad. Esto no quiere decir que se niegue la cordialidad en la relación.

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Un niño no asume la norma perse sino que la reiteración y la recordación constante por parte del adulto, es decir: de los padres y de los profesores es condición ineludible para formar sujetos de derechos y de deberes. El maestro es agente de la ley por ser aquel en quien se delega socialmente la formación. Esta recordación de la norma implica la constante enfrentación con el “NO” por parte del aprendiz, pese a que cause malestar tanto para el niño o adolescente como para quien la representa. Y es precisamente esa confrontación con la Ley, es decir, el agenciamiento de la autoridad lo que permite formar en el otro la autonomía, hacer consciente al discípulo de que representa el NO­-TODO, tal como lo diría González, es el propósito que debería guiar a todo acto educativo.